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A un desconocido

El miedo está enterrado aquí…
Los chamanes buscan la libertad
El temor te besa con los labios de una serpiente
Y como nada, siempre entiendes

El filo de la daga realista
Profesa victorioso al cobarde
Porque la sangre corre y el espíritu escapa
Hacia el lado obscuro de cada ser

La paz se ha perdido…
La ciudad comienza a respirar el miedo
Y el cansancio superado ha iniciado
Mientras silva el viento la canción de un adiós

Imito el ritual sagrado
De un ave en apareo
Ante los ojos de los esclavos despiertos
En los sueños vacíos… perdidos

Todo tiene un fin
Nadie aprobará lo escrito
Inicia la odisea que es la controversia
De saber si se ha creado lo sublime o lo vulgar

El trance está pasando
Para aquellos que supieron mirar
Más allá de la humilde realidad
Maldiciendo lo incomprensible

Las historias ya no cuentan nada
Lo nuevo va describiendo el dolor
Nadie quiere escribir lo que pasa
Nadie sabe lo que pasa
Nadie solo Dios.

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En agonía

He dejado mis intenciones de escapar en evidencia, He marcado mi rostro con las huellas del olvido y el desdén, Quizá ya no me importa lo que siento, Quizá ya perdí las esperanzas y hasta el último aliento. Hoy encuentro entre mis manos el vacío… El frio de aquel nido… tuyo y mío, Testigo mudo de mil sueños y un suspiro Que se han esfumado con el viento y sin destino. Caminaba… por así decirlo entre mi vida, A este apaciguar menguante de mis días, Mirando cada etapa como una sombra que se escurría, Entre llantos, un café y una ironía… Si alejarte da el sentido a tu vida, Ve tu sola y no te lleves a la mía… Déjame encontrar la razón a tu partida, Entre los recuerdos causantes de esta agonía.

Adiós

Quisiera ser parte de tu pensamiento… Y dejar de sentarme en el deseo, Esperando el anuncio arrebatado, De una oportunidad… Miré las estrellas encenderse, Cual idea a un pensador, Maquinando los poemas que escribían, Las frases que pertenecen a un pecador Sé que no existe nada que te pueda arrebatar del altar, Al cual extraña a mis deseos has de llegar, Pero aún suspiro, Por ser aquel, a quien jures tu amor. Las horas van pasando… Y de mis manos sale el dolor, La impotencia conjugada en un adiós, Va camino a las cadenas, Que matan este amor. Sé que es tarde para pedir perdón, Que mi equivocación está dictada, Y será una bendición… La que te aleje del que pudo ser tu gran amor.