Aún recuerdo tus caricias… Y mis ojos se inundan en llanto; Por qué fuí Madre mía un ingrato?, Cuando tus desvelos llevaban mi nombre... Hoy camino por la sombras de tu adiós, Intentando alcanzarte entre sueños… Gritando y elevando mis manos al cielo; Pidiendo perdón envuelto en el desconsuelo. Con el corazón en las manos, Y en los ojos el llanto, Le pido a Dios me dé tan sólo un instante, Para contarte que eres en mi vida lo más importante. Madre Mía de que me sirve hoy darme cuenta, Lo mucho que te amaba, Si cuando buscabas mi compañía, Más lejos me encontraba, De que me sirve ahora rasgarme el alma, Si no puedo estar a tu lado, Si no puedo decirte gracias, Por todo lo que me has dado. Aún tengo la mirada perdida, Quizá... en el único lugar que te encuentro, En el recuerdo indeleble que has dejado, En el tiempo Madre Mía, Mi ser amado.